jueves, 29 de noviembre de 2007

Los perros mal timbrados



Ahí podréis encontrar, donde se aloja,

un miedo oscuro y nuevo
que lo envuelve todo y
lo hace más grisáceo.

Los caminos se vueven todos iguales,
las distancias se miden
como un mosaico de horas y semanas,
como un campo de amapolas infinito,
cuando se piensa en muerte,
cuando se acierta la linde.

Y repetimos las frases
que una vez aprendimos,
pero ahora sin pensar
en su peso de palabras.
Y en un instante cualquiera
nos asedia la súbita certeza,
como una luz cegadora,
que nos afloja el ánimo y el instinto.

Muy poco más que perros
cuando ese sol de invierno
nos estremece y, perros,
nos meamos de frío.


jueves, 15 de noviembre de 2007

Todos trabajaban

Todo iba viento en popa. Se encontraba sosegado, tranquilo, feliz. Últimamente parecía que los acontecimientos se disponían en un orden especial que sugería una especie de armonía cósmica, de satisfacción natural en todo cuanto le rodeaba. Cada noche se acostaba tarde, como retrasando lo que sería su despedida, digamos que ávido de más horas de vida.
Y un día su jefe se mostró esquivo y evasivo. Sus amigos se distanciaron tácitamente, las desgracias familiares le sorprendieron y se sintió extrañamente triste. “Bendito el mal que viene solo”- se acordó-.
Pero todavía no había madurado su capacidad de reacción lo suficiente y no podía asumir tanto en tan poco tiempo. Lo despidieron finalmente y tuvo que vagar durante meses buscando un empleo. Al final lo encontró: vigilante en un camping, el “Estrella de Mar”. “Qué simbólico”-se rió y se dio cuenta de las razones que le habían llevado a ese lugar-. Se acordó que de niño quería ser otro astronauta más, como todos sus compañeros y en aquel momento le pareció tan divertido que no pudo evitar soltar una carcajada.
“No hay mal que por bien no venga” y “si sacas tu cruz a la calle, otra más grande verás”- se dijo casi planteándoselo como un juego.

Todos los refranes estaban trabajando y Él sonreía tímidamente, pero sonreía.

lunes, 5 de noviembre de 2007

la normalidad huele a caca

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Extraordinario

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Sácale la flema al diablo,
ríete poco, pero ríete bien.
¡Qué tontería, despertarse cada día!
¡Qué lejos queda ya aquel abismo!