miércoles, 29 de agosto de 2007

insinuación cósmica a mente indolente







Era un padre de familia que no creía en los Rolling Stones, ni en la reputación de mentalidades abiertas, brillantes e incluso superiores.

Aquel día salió de casa solo. No llovía, tampoco hacía frío. Se le cruzaron tres hombres más bien jóvenes. Uno de ellos vestía camiseta de propaganda caja rural verde-desgastada-mil-lavados. Se miraron un instante y creyó sentir algo así como cariño -"¡ahh! ¡perezoso corazón, me pregunto si todavía seguirás vivo!"- pero de pronto, el teléfono móvil grita y -"ohhh.... es la batería que se acaba, sólo una batería agonizando"- y -"fumaré un cigarrillo"- y ahora sí, el menor de sus hijos ya pasaba de los veinte y hacía mucho tiempo que no salía a recibirle con un beso cuando volvía a casa cada día después del trabajo.

Tenía caca en las uñas, _"tengo caca en las uñas"- ahora deseaba solamente concentrar todo su potencial intelectual en ese asunto y lo deseaba de veras porque se conocía, y sabía que no le sentaba bien emocionarse. Era tonto.

Y fue justo entonces cuando el ruido, al principio casi un murmullo, se fue paulatinamente apoderando de las calles y de los pensamientos. Ensordecedor, casi insoportable, lo invadió por completo; y en un gesto como de pollito de gorrión en nido abandonado en planta siderúrgica levantó la cabeza para ver aquello. Se volvió agitadamente buscando alguien con quien compartir la estupefacción y el asombro pero no había nadie, absolutamente nadie. Echó de menos a verde-desgastada-mil-lavados.

El dinosaurio todavía estaba vivo.

En medio de todo el estruendo, él suspiró y se alegró también de estar vivo.